Hoy traigo un post de desahogo. Lo necesito.
Estoy a 3 días de tener que entregar un proyecto. Y aún me queda alguna cosa por hacer. Todo lo que estaba en mi mano hacer hasta ahora, está hecho. Diagramas, investigación, artículos.
Lo único «malo» es que mis proyectos tienen una parte de video, y en esa parte de video piden un requisito indispensable:
Que no se oigan ruidos de fondo.
Y entonces creé una rutina: trabajaría por las mañanas en la parte escrita, y trabajaría en la siesta de Pablo en el video. ¡Y funcionaba!
O funcionó hasta hace exactamente cuatro días. Cuatro días que mi querido Pablo ha decidido que no va a dormir siesta. O que la va a dormir antes de ir a buscar a Marc al colegio, cuando ya no hay nada que hacer.
No es que me quede mucho, realmente estoy hablando de tres videos. Unas dos horas de grabación. Con una siesta y parte de otra ( es decir, dos días) tendría mi trabajo completo.
Pero no. Ante mi desesperación, hoy lo llevé al parque la friolera de tres horas y media. Y qué creéis, ¿ que se durmió ? Pues no, aquí lo tengo saltando cual rana a mi lado.
No me quedará de otra que mañana meterlo en una ludoteca unas horas si realmente quiero entregar mi proyecto a tiempo.
Y es ahí cuando te das cuenta, de que ahora en cierto modo manden ellos. Claro que no lo hacen queriendo, nada más faltaría, pobres criaturas. Pero con hijos, la vida es así, no sabes qué va a pasar, nada está asegurado. Hoy comen perfecto y luego no comen nada durante una semana. Duermen siesta a la misma hora durante 22 meses y de repente, en el momento menos oportuno deciden no volver a dormir siesta.
Y creerme que antes me sentaba hasta mal estas casualidades, pero con los años, que ya son 5 años y medio de maternidad los que llevo a mis espaldas, he aprendido a tomarmelo con filosofía y a inventar planes B, C y hasta Z si hace falta.
En fin, hoy no hay post debate, ni post informativo.
Sólo es un post a modo desahogo para también, decirle a otras mamás en la misma situación que yo: no estáis solas.